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Las pintorescas casas de madera tradicionales (“izbas”), los bosques infinitos, las actividades al aire libre en invierno y la gastronomía local convierten a Rusia en un destino turístico inusual y fascinante. En este contexto, ha surgido una nueva tendencia en alojamiento: el “izbing”, un tipo de glamping desarrollado en Rusia que combina comodidades modernas con la autenticidad de la vida rural.
Las zonas rurales de Rusia se han convertido en un nuevo capítulo del turismo en el país, conquistando a aquellos viajeros que buscan desconectar del mundo frenético, reconectar con la naturaleza, conocer a las comunidades locales y capturar imágenes impresionantes en entornos vírgenes.
A continuación, presentamos algunos destinos rurales cerca de Moscú y San Petersburgo que recomendamos explorar:
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Región de Moscú
Este es el lugar ideal para alojarse en casas de madera tradicionales construidas según las antiguas costumbres rusas, pero equipadas con todas las comodidades modernas: baños, duchas y otros servicios.
Recomendamos reservar con anticipación, ya que estas propiedades son muy demandadas.
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Parque Nacional de Kenozero
Un destino perfecto para los amantes del senderismo, los paseos en bicicleta y las caminatas tranquilas. Durante la visita, los turistas pueden disfrutar de deliciosos almuerzos en acogedoras “izbas”, participar en talleres de pintura tradicional al estilo Olonets y realizar paseos en bote por los lagos al amanecer, inspirados por los impresionantes paisajes del norte de Rusia.
La mejor época para visitar es durante el verano.
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Carelia
Carelia es un destino que ofrece experiencias únicas tanto en verano como en invierno. Sin embargo, en nuestra opinión, es en invierno cuando este lugar despliega todo su encanto: paisajes cubiertos de nieve blanca y brillante, aldeas antiguas, capillas y iglesias de madera, y una amplia variedad de actividades invernales. Entre ellas, destacan los paseos en trineo tirados por huskies, caballos y renos, las excursiones en motos de nieve y los talleres de cocina para aprender a preparar los tradicionales pasteles carelianos “kalitki”, guiados por los habitantes locales durante las paradas para descansar.
